No es que uno sea misógino y odie a las mujeres, incluso la película puede ser mucho más divertida que las anteriores, donde era la testosterona la que mandaba. El problema está, en que la originalidad de un producto no pasa por el cambio de sexo de los personajes, sino que pasa por una buena historia que respete los parámetros básicos de las anteriores, y uno de ellos, era precisamente que eran hombres quienes se dedicaban a cazar fantasmas.
Pónganse en el caso de la reciente película de la Guerra de las Galaxias, llamada “El despertar de la Fuerza”, allí, vemos que la protagonista es una mujer, cuando en las partes anteriores, era protagonizada por puros hombres. Pero nadie reclamo por ello, y ¿Por qué?. Simple, porque la estructura de la historia lo ameritaba y allí radicaba la originalidad.
Imaginen por un segundo, que quieren empezar de nuevo “Las Guerras de las Galaxias”, pero esta vez con un Lucas Skywalker mujer, y un Harrison Ford mujer, allí, pasaría lo mismo que ocurrió con Ghostbuster, pues se trastoca una visión, un entretejido fundamental de la historia por todos conocida.
Por eso, la animadversión que ha provocado la reciente entrega de Ghostbuster. Al parecer Hollywood que no se caracteriza por ser muy brillante, no ha encontrado nada mejor para reiniciar una historia, que cambiar de sexo a sus protagonistas. Mala idea, ya que Ghostbuster recaudo cuarenta y tantos millones de dólares, en su primer fin de semana, si la hubieran realizado respetando los cimientos propios de los films originales, de seguro hubieran recaudado más de 100 millones en taquilla.
Espero que hayan aprendido la lección, porque nadie quiere ver un Indiana Jones con sostenes o incluso un Tomb Raider con algo colgando entre las piernas. Porque el punto no se ser misógino y odiar a las mujeres, el punto es no estropear personajes que ya están estructurados y asumidos en la cultura universal.